Pues... una cosita que tenía de hace tiempo y he decidido rescatar hoy ;)
Las lágrimas corrían ya libremente por mis mejillas, y mi pecho se agitaba, convulsionado por el llanto. No lo entiendo... ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me miras como si la culpa fuera mía? ¿Por qué te enfadas? ¿Por qué tienes miedo? Tantas preguntas y no hallo la respuesta para ninguna de ellas...
¿Miedo a perderme? ¿Te enfadas como modo de defensa? ¿Como cuando yo miro al suelo para que no me veas llorar? ¿Y qué pasaría si por una vez no lo hiciera, si te dejara verme como estoy ahora? ¿Me querrás? Pero... ¿menos?
¿Por qué no te das cuenta del poder que tienes sobre mí? Quizá sea mejor... si no, podrías hacerme mucho más daño, y lo podrías hacer intencionadamente, de modo que se multiplicaría mi sufrimiento.
La angustia que siento ahora... ¿Por qué no podemos hablar de nosotros? ¿Por qué te pones a la defensiva?
Y sin embargo, incluso en un momento como este, siento que las alas de mi ángel me rodean, firme pero suavemente, mientras posa delicadamente sus labios sobre mi frente. Mi ángel, que cae ahora al abismo que se ha abierto ante sus pies pero, aún así, sigue conmigo, a mi lado, para sentir mi calor y que yo pueda, quizá, evitar que sea arrastrado a un inmenso agujero negro.
Mi ángel está triste, me lo ha dicho. No quiere salir de su habitación y mi luz no consigue ser suficientemente brillante como para captar su atención, como para filtrarse por algún hueco de su persiana como hacía antes. Mi ángel ha bajado la persiana y no quedan resquicios por los que colarme... y viene una imagen del pasado a mi cabeza...
Las cálidas alas de un ángel acariciaban mi rostro. Mi cabeza reposaba sobre sus rodillas y me miraba a los ojos. Una mirada que me abrazaba sin tocarme, un abrazo que yo suplicaba en silencio, un silencio que me estaba matando.
Mi ángel siempre estaba ahí, como la arena de una playa que espera perenne la subida de la marea. Mis lágrimas corrían ya libremente, surcaban un rostro que reflejaba dolor, desesperanza y, quizá, desencanto, pero siempre estaba ahí...