martes, julio 04, 2006

El sapo


No, realmente aquel mundo no estaba hecho para él. Y eso era algo que su corazón no podía soportar. Por eso lloraba, allí, entonces, entre mis brazos. Por una sociedad culpable, como siempre, de tener prejuicios. Una sociedad que yo apenas empezaba a vislumbrar y era para él una realidad asfixiante. Y la odié en aquel instante. Odié lo que le había convertido en aquello, en una antaño gran montaña que ahora se derrumbaba por su propio peso. Y la culpa, como siempre, de las palabras...


Reflexionaba estas palabras sobre la cama, mirando a su madre y pensando en ella como en un enorme sapo. Para empezar, la piel que colgaba bajo su barbilla, justo en su garganta guardaba un gran parecido con el saco que dichos animales tienen. También iba de verde... El caso es que en aquel momento, la bola de grasa que ocupaba su silla le pareció repugnante. No sabía por qué. Quizá se debiera a la indiferencia que su familia había mostrado por ella aquella tarde. Quizá sólo seguía consciente por él, porque sabía que a él sí que le importaba lo que le pasara... Fue ese pensamiento lo que le hizo desistir de su idea. Eso y el hecho de que no la sostuvieran las piernas: el acto de donar sangre no era nuevo para ella, pero, quizá debido al calor, aquel día estaba siendo fatídico. Después de comer se había sentido mareada y se había acostado. Hasta ahí, bien.
Una hora después, sus padres, tras descubrir que tenía la tensión por los suelos (7-3) se habían marchado de rebajas, abandonándola a su suerte y sin mostrar ninguna preocupación por su estado. Después de aquello, se había sentido mucho peor. Le dieron náuseas y acabó en el baño, con miedo de abrirse la cabeza contra el retrete en un momento en que le fallaran las fuerzas. Permaneció allí, sentada y temblando, con miedo, un buen rato. Después, consiguió levantarse otra vez y volver a su cama.
Fue entonces cuando pensó en hacerlo. En su estado, con una pastillita habría bastado. Tenía el pulso lo suficientemente débil para no tener que hacer muchos esfuerzos. Y una no le daba miedo, las había tomado frecuentemente... Lo que pasara, dependería del destino... Pero entonces su cara apareció ante ella. No quiso causarle más dolor del que él ya sentía, así que se limitó a quedarse en la cama, esperando, sólo esperando...
Su madre y su hermano volvieron tres horas después de su marcha. Lo primero que hizo la madre, a la que ahora contemplaba como al gran sapo, fue sentarse frente al ordenador y empezar a jugar al solitario... sin siquiera percatarse del vómito que empapaba su camiseta... Sólo una observación: "Huy, qué mal huele esta habitación, ¿no?" justo antes de un sonoro croar...

4 maullidos:

Anónimo dijo...

Es precioso... tu blog, tus palabras, tus sentimientos... Me recuerdan a una época mía que desapareció pero estoy volviendo a revivir con otra persona... y me siento así, como tú, como antes... sobretodo FELIZ.
Oli ha adelgazado eh?... Me lo pareció el otro día cuando os vi en teleco... Dile que se cuide, o mejor, cuídale ;)
Hago Medicina al final... ai :S:S:S
Un besooo!!

Anónimo dijo...

Te volví a escribir en mi blog... ;)

Anónimo dijo...

cariño olvidate de todos y todo y elige tu lo q keres acer ... eres libre ... no dejes q nadie te exe en cara lo que aces, haz las cosas x ti q luego t amargas ... t lo dice una dragona kn experiencia en intentar ser kien no es xa q la gente este contenta ... ya sabes q estoy aki ... descuelga el telefono y llama ... BSS MAMA OKA!!!

Anónimo dijo...

Tata, no vas a estar más sola... al menos si de mí depende. Mirarte es como mirarme al espejo. Y no quiero ver mi reflejo sufriendo. Te quiero un montón, ya lo sabes. Besos nena.