Este es de una época de merengue que tuve estas vacaciones ;) No sabía qué título ponerle...
Cayó; lenta pero inexorablemente se soltó el último de los lazos que nos unían. Quizá porque habías cambiado, ambos lo habíamos hecho en realidad. Por eso nos mirábamos ahora, intentando encontrar algún resto, alguna migaja perdida en nuestro mantel. Te miraba a los ojos y no encontraba nada en ellos, ningún resquicio de los sentimientos que pudiera haber albergado antes tu corazón… y el mío se desangraba.
No pudimos encontrar nada que nos impulsara a continuar, por eso permanecimos uno frente al otro, hasta que nos dimos cuenta de que aquello no iba a cambiar. Nunca fui partidaria de continuar una relación que se había estancado pero, aun así, lo hice muchas veces en el pasado por alguien que no significaba para mí ni una milésima parte de lo que tú eres.
Y ahora, mírame a los ojos y pregunta si te quiero. Sé que me echaré a llorar. ¿Te vale esa respuesta? Te quiero tanto que me duele, mi vida. Te amo con cada poro de mi piel, con cada brisa de aire que penetra en mis pulmones. Y con eso me basta.
Sólo quiero volver a sentirte entre mis brazos, sostener tu cuerpo contra el mío y susurrarte una vez, mil veces, que te quiero, que incluso tan cerca te añoro, que no quiero separarme nunca de ti.
Y me desespero cuando veo que tú no sientes lo mismo, cuando una palabra mía no recibe tu respuesta, cuando mi sueño acaba al despertarme y ya no estás a mi lado, susurrándome al oído, como hacías antes. Me desespero y me surgen las dudas cuando no sé lo que piensas, lo que sientes… y no quieres hablar del tema.
Me refugio bajo mi edredón, pensando que eres tú quien me abraza, quien protege mi cuerpo del frío, que el peso que siento es el tuyo, que el viento que entra por mi ventana abierta es tu voz, deseándome buenas noches y prometiendo velar mi sueño, observar cómo duermo, como si fueras un ángel…